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Indignación en Estados Unidos: Un policía mató a un hijo de argentinos que estaba arrodillado y desarmado

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La familia del joven Sean Monterrosa, de 21 años, hijo de padres argentinos, reclama justicia en las calles estadounidenses por el […]

La familia del joven Sean Monterrosa, de 21 años, hijo de padres argentinos, reclama justicia en las calles estadounidenses por el asesinato de su hijo, quien murió baleado por un policía de Vallejo, California, mientras se encontraba arrodillado y desarmado. En medio de la creciente protesta policial contra el racismo policial, la nueva muerte a sangre fría volvió a enardecer a los estadounidenses, que marcharon esta semana para que se esclarezca el caso. 

El pedido de la familia es que se libere la grabación que muestra la postura exacta que tenía Sean cuando recibió los cinco tiros del policía, mientras estaba arrodillado y levantando las manos en el estacionamiento del supermercado Walgreens. El ataque fatal de la policía contra el joven ocurrió el 2 de junio, una noche en la que habían ocurrido múltiples saqueos por el asesinato de George Floyd en Minesotta, pero no en ese supermercado.

Según la familia Monterrosa, un oficial mayor, del que todavía no se conoce el nombre por el hermetismo de la investigación policial, disparó desde su auto a Monterrosa, quien había respondido a la señal de alto y estaba cooperando con los agentes. La versión de la Policía indica que el hombre disparó porque interpretó que el joven estaba haciendo un gesto amenazante con lo que creyó era una pistola en su cintura. El joven tenía un martillo, no un arma. De acuerdo a los familiares del joven, Sean hacía trabajos de carpintería. “Este es un problema negro y marrón” , definió en una entrevista Ashley Monterrosa, una de las hermanas de la víctima, para graficar la violencia policial que se ejerce en Vallejo contra los afroamericanos y latinos.

De acuerdo a una investigación del portal del diario británico The Guardian, al menos 19 personas con características afros o latinas fueron abatidas por la Policía de Vallejo en la última década , una de las tasas más altas en el Estado de California, según informan. Si bien las autoridades policiales aún no lo confirmaron, el portal asegura que quien mató al hijo de inmigrantes argentinos fue el oficial Jarrett Tonn, uno de los “Fatal 14”, apodo que los residentes adjudicaron a los agentes que dispararon y mataron a ciudadanos en repetidas ocasiones y nunca tuvieron consecuencias.

“¿Mi hijo será el próximo?”, se lee en uno de los carteles que llevaron los manifestantes esta semana para protestar por el asesinato de Monterrosa, entre otras reivindicaciones del movimiento Black Lives Matter. Para repudiar lo sucedido, algunos se arrodillaron con las manos en la cabeza, tal como lo había hecho el joven antes de morir. “ Es incorrecto dispararle a alguien que estaba intentando rendirse. Por lo tanto, es nuestra responsabilidad garantizar la seguridad y proteger a Sean, su imagen y su vida. Y asegurarnos de que su familia no piense que su vida se perdió en vano”, subrayó en la marcha el abogado de derechos humanos John Burris, uno de los abogados de la familia del joven.

Los padres de Monterrosa son argentinos y viven en Estados Unidos hace más de 20 años. Su padre Neftalí en realidad nació en El Salvador, pero vivió y estudió medicina en Argentina, donde conoció a su madre, oriunda de Caleta Olivia, Santa Cruz. La hermana del joven, Ashley, contó que Sean trabajaba como carpintero y que había sido detenido en otras oportunidades. No obstante, aclaró que los inconvenientes policiales estuvieron relacionados siempre a su físico. «Debido a su aspecto ha sido estereotipado. Tiene tatuajes, se viste de cierta manera, siempre intentan detenerlo», explicó Ashley, al diario San Francisco Chronicle .

La investigación policial

En una primera declaración, el jefe de policía de Vallejo, Shawny Williams, afirmó que los agentes creían que Monterrosa se iba a subir a un vehículo pero luego cambió de opinión y obedeció a los agentes, lo que llamó su atención. «Este individuo parecía estar corriendo hacia el sedán negro, se le ordenó que se detenga y se arrodille y ponga sus manos en su cabeza y él obedeció. Pero de repente dejó de arrodillarse y colocó sus manos sobre su cintura revelando lo que parecía ser un arma de fuego”, resaltó Williams ante la prensa local en la puerta del local Walgreens.

El mismo policía reconoció luego que la supuesta arma era “un martillo largo de 15 pulgadas metido en su buzo”. Además, informó que el tirador llevaba 18 años en la fuerza, aunque se negó a dar su nombre. Luego, el sindicato de policías solicitó una orden de restricción para bloquear la divulgación del nombre del oficial que disparó. «No tenía otra opción razonable» y estaba «protegiéndose a sí mismo y a sus compañeros», lo defendieron. Investigaciones periodísticas mostraron que el acusado en realidad participó en otros cuatro casos similares anteriormente.

Ante las críticas que se replicaban, días después la Policía estatal de California anunció una investigación profunda y futuras reformas a la fuerza de Vallejo. El fiscal general del estado, Xavier Becerra, anunció un «acuerdo de revisión y reforma» con la agencia policial, tres días después de los disparos fatales a Monterrosa. 

El video que quieren los familiares

La presión está aumentando en Vallejo para que el departamento de policía publique el video del hecho. «Liberen el video, liberen el video y dejen de esconderse», reclamó Michelle Monterrosa. De acuerdo a su otra hermana, Ashley, los efectivos no están dejando ver el video «porque saben que se equivocaron y no hay justificación» para la ejecución de Sean. El video al que hacen referencia es el correspondiente a la cámara del policía que disparó, ya que por protocolo todos los uniformados están obligados a filmar sus movimientos en todo momento.

La familia del joven Sean Monterrosa, de 21 años, hijo de padres argentinos, reclama justicia en las calles estadounidenses por el asesinato de su hijo, quien murió baleado por un policía de Vallejo, California, mientras se encontraba arrodillado y desarmado. En medio de la creciente protesta policial contra el racismo policial, la nueva muerte a sangre fría volvió a enardecer a los estadounidenses, que marcharon esta semana para que se esclarezca el caso.

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El pedido de la familia es que se libere la grabación que muestra la postura exacta que tenía Sean cuando recibió los cinco tiros del policía, mientras estaba arrodillado y levantando las manos en el estacionamiento del supermercado Walgreens. El ataque fatal de la policía contra el joven ocurrió el 2 de junio, una noche en la que habían ocurrido múltiples saqueos por el asesinato de George Floyd en Minesotta, pero no en ese supermercado.

Según la familia Monterrosa, un oficial mayor, del que todavía no se conoce el nombre por el hermetismo de la investigación policial, disparó desde su auto a Monterrosa, quien había respondido a la señal de alto y estaba cooperando con los agentes. La versión de la Policía indica que el hombre disparó porque interpretó que el joven estaba haciendo un gesto amenazante con lo que creyó era una pistola en su cintura. El joven tenía un martillo, no un arma. De acuerdo a los familiares del joven, Sean hacía trabajos de carpintería. “Este es un problema negro y marrón” , definió en una entrevista Ashley Monterrosa, una de las hermanas de la víctima, para graficar la violencia policial que se ejerce en Vallejo contra los afroamericanos y latinos.

De acuerdo a una investigación del portal del diario británico The Guardian, al menos 19 personas con características afros o latinas fueron abatidas por la Policía de Vallejo en la última década , una de las tasas más altas en el Estado de California, según informan. Si bien las autoridades policiales aún no lo confirmaron, el portal asegura que quien mató al hijo de inmigrantes argentinos fue el oficial Jarrett Tonn, uno de los “Fatal 14”, apodo que los residentes adjudicaron a los agentes que dispararon y mataron a ciudadanos en repetidas ocasiones y nunca tuvieron consecuencias.

“¿Mi hijo será el próximo?”, se lee en uno de los carteles que llevaron los manifestantes esta semana para protestar por el asesinato de Monterrosa, entre otras reivindicaciones del movimiento Black Lives Matter. Para repudiar lo sucedido, algunos se arrodillaron con las manos en la cabeza, tal como lo había hecho el joven antes de morir. “ Es incorrecto dispararle a alguien que estaba intentando rendirse. Por lo tanto, es nuestra responsabilidad garantizar la seguridad y proteger a Sean, su imagen y su vida. Y asegurarnos de que su familia no piense que su vida se perdió en vano”, subrayó en la marcha el abogado de derechos humanos John Burris, uno de los abogados de la familia del joven.

Los padres de Monterrosa son argentinos y viven en Estados Unidos hace más de 20 años. Su padre Neftalí en realidad nació en El Salvador, pero vivió y estudió medicina en Argentina, donde conoció a su madre, oriunda de Caleta Olivia, Santa Cruz. La hermana del joven, Ashley, contó que Sean trabajaba como carpintero y que había sido detenido en otras oportunidades. No obstante, aclaró que los inconvenientes policiales estuvieron relacionados siempre a su físico. «Debido a su aspecto ha sido estereotipado. Tiene tatuajes, se viste de cierta manera, siempre intentan detenerlo», explicó Ashley, al diario San Francisco Chronicle .

La investigación policial
En una primera declaración, el jefe de policía de Vallejo, Shawny Williams, afirmó que los agentes creían que Monterrosa se iba a subir a un vehículo pero luego cambió de opinión y obedeció a los agentes, lo que llamó su atención. «Este individuo parecía estar corriendo hacia el sedán negro, se le ordenó que se detenga y se arrodille y ponga sus manos en su cabeza y él obedeció. Pero de repente dejó de arrodillarse y colocó sus manos sobre su cintura revelando lo que parecía ser un arma de fuego”, resaltó Williams ante la prensa local en la puerta del local Walgreens.

El mismo policía reconoció luego que la supuesta arma era “un martillo largo de 15 pulgadas metido en su buzo”. Además, informó que el tirador llevaba 18 años en la fuerza, aunque se negó a dar su nombre. Luego, el sindicato de policías solicitó una orden de restricción para bloquear la divulgación del nombre del oficial que disparó. «No tenía otra opción razonable» y estaba «protegiéndose a sí mismo y a sus compañeros», lo defendieron. Investigaciones periodísticas mostraron que el acusado en realidad participó en otros cuatro casos similares anteriormente.

Ante las críticas que se replicaban, días después la Policía estatal de California anunció una investigación profunda y futuras reformas a la fuerza de Vallejo. El fiscal general del estado, Xavier Becerra, anunció un «acuerdo de revisión y reforma» con la agencia policial, tres días después de los disparos fatales a Monterrosa.

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Ashley Monterrosa (izquierda) junto a Michelle Monterrosa durante la protesta. Foto: Twitter
«El jefe declaró que Monterrosa estaba en una posición determinada y queremos ver si eso es cierto o no, particularmente a la luz de que la asociación policial ha intentado contradecir eso», indicó el abogado Burris.

Mientras todo esto sucede, la Universidad Touro en Vallejo ya anunció que no permitirán que el Departamento de Policía de Vallejo entrene en su campus. No es una sorpresa, dice Burris: «Hay un niño de 22 años que ahora está muerto que parecía rendirse y que lo mataron a sangre fría».

Fuente: Página 12.

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