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¿Las estampillas como objeto de la política?

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¿Qué tiene que ver la política con unas simples estampillas? ¿Por qué creo que se puede encontrar en ella, aunque […]


Estampilla de Eva Perón. Circa 1952. Colección Paula Martinez Almudevar

¿Qué tiene que ver la política con unas simples estampillas? ¿Por qué creo que se puede encontrar en ella, aunque sea un pequeño fragmento del pasado que nos permite entender la historia? En la columna pasada mencionamos que las cartas son una fotografía de un momento específico en el curso de la historia que nos permite indagar en las preocupaciones de personas iguales a nosotros, pero vivenciando realidades diferentes. Por ello pueden ser importantes para conocer el pasado y aproximarse, desde otro lugar, a los problemas que vivían tanto hombres como mujeres de diferentes partes del mundo.

Pero además, contienen otros elementos que permiten ubicar mejor el tiempo y el espacio en el que esos sujetos escribían. Esos elementos no se encuentran en el cuerpo de la carta sino que en lo que las recubre: los sobres. En ellos se pegan los objetos culturales de los que hablaremos hoy: las estampillas.

¿Qué son? ¿desde cuando existen? ¿para qué sirven? ¿Por qué nos pueden brindar información sobre el pasado y la política?

Una estampilla o sello postal es un comprobante del pago previo de los envíos efectuados por correo en forma de etiqueta generalmente engomada, o directamente impresa en el sobre. El sistema comenzó a utilizarse en Gran Bretaña en 1840 para abaratar los costos en el envío de las cartas. Antes de la implementación de ese sistema, quien recibía la correspondencia era quien debía pagarla, y solían ser montos muy elevados. Por esa razón, cuando el sistema de sellos postales comenzó a funcionar, solo en un año se duplicó el envío de cartas, y eso impulsó que otros países adoptaran el mismo sistema para sus correos. En nuestro país la creación y circulación de estampillas no fue unívoca ni estuvo desde el primer momento organizada por el Estado Nacional. Corrientes fue la primera provincia en poner a la venta sellos postales el 21 de agosto de 1856. En esos años, Argentina no se encontraba unificada y es por esa razón que la estampilla no era de uso nacional sino que cada Estado provincial se encargaba de ellas. Ésta tenía el perfil de “Ceres”, diosa de la agricultura, por ser parte de una tierra considerada posteriormente como el granero del mundo.

Pero… ¿Por qué las estampillas nos pueden brindar información sobre el pasado? ¿y sobre algunas características de la política de la época? Pues como podemos ver en las fotos, dicen mucho del contexto político de la época. Y si pensamos que cada carta que se enviaba tenía una de ellas (en un contexto donde el envío de correspondencia era la forma de comunicación entre las personas por antonomasia), tenían como finalidad comunicar o hacer circular personajes, ideas, políticas, hechos conmemorativos, etc.

Si hoy encontramos un sobre que no tiene fecha pero sí tiene una estampilla, podemos identificar algunas características del contexto –aunque fragmentarias– que nos permitan saber al menos qué pasaba en el mundo en la época en la que fue escrita y enviada. Además podríamos saber desde qué país fue enviada ya que las estampillas son la presencia del Estado, el pago del costo que implica enviar ese sobre hasta la dirección de su destinatario.

A comienzos del siglo XX las estampillas comenzaron a ocupar un lugar muy interesante en el cruce de la política y la circulación de cartas. Como las mismas eran producidas por los Estados Nacionales, eran los dirigentes políticos quienes definían las temáticas que iban a presentar cada una de ellas. Es por esa razón que ellas son una representación fragmentaria de la política de la época y nos permiten identificar, según las necesidades e intereses de cada gobierno, cuáles eran las figuras pasibles de figurar en un sello postal. Muchas de ellas contienen figuraciones políticas, retratos de los gobernantes, de las medidas llevadas a cabo o de las fechas importantes en la historia de los diferentes países. Ese es el caso de la estampilla de Eva Perón al comienzo de esta columna o por ejemplo, que comenzó a circular luego de su muerte, en 1952. También circulaban otras impresas en litografía con las caras de próceres argentinos o la conmemoración, en el marco del primer gobierno peronista, del primer aniversario del 17 de octubre, en 1946.


Estampilla aniversario 17 de octubre. Circa 1946. Colección Paula Martinez Almudevar

Como las personas escribían cartas que se envían en sobres que contenían estampillas, estas últimas se volvieron una forma de comunicar valores, eventos y personajes importantes del período en el que circulaban y que los distintos Estado Nacionales buscaban resaltar. Cómo podían llegar más allá de los límites de cada país, las estampillas pudieron volverse una fotografía del momento que lo representaba en otras regiones. Pero además, comunicada a las y los habitantes de los diferentes puntos del país, algunas de las imágenes, sujetos o conmemoraciones que para el gobierno de turno eran importantes recordar. 

Entonces, ¿qué tiene de política las estampillas? Pues todo. Si presentan la imagen de un prócer, de un presidente o de una fecha patria es un contenido político insoslayable. Ahora bien, el querer no representar personajes y hechos de la política en estampillas u otros documentos estatales que circulan masivamente (como pueden ser los billetes) y reemplazarlos por otro tipo de imágenes como por ejemplo animales, también es una decisión motorizada por la política. Pero una política que busca borrar del imaginario social los personajes que forman parte de nuestra historia y que hacen –e hicieron– de nuestro país lo que es hoy. Un guanaco en el billete de 20 pesos es igual de político que la cara de Juan Manuel de Rosas. Y lo mismo sucede con las estampillas.

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