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Pandemia, arte y tarot

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¿Qué lenguaje encuentro en el silencio que me aleje de la autoreferencia que inmoviliza y abruma? Desde que empezó la pandemia […]

¿Qué lenguaje encuentro en el silencio que me aleje de la autoreferencia que inmoviliza y abruma? Desde que empezó la pandemia esta pregunta gira en mi cabeza. Lejos de una respuesta certera, el tarot, Hipersensible y Delfines en Venecia son luces titilando en la oscuridad. 

Mi relación con la pandemia, el tarot y el arte se parece a la novela Cementerio de animales de Stephen King; hacia el final cuando Louis Creed empieza a desvariar terriblemente y se siente atraído bajo la influencia del cementerio para resucitar a su hijo. Esto es así porque tengo la habilidad de sumergirme y hundirme en la dulce oscuridad profunda. Un camino que desciende zigzagueando, entre campos de cardos rusos, y es angosto como la huella que deja una víbora en la arena del monte. Un presagio siniestro que eriza mi piel con una descarga de escalofríos en la nuca y en la espalda. Mi corazón, aturdido y asustado, galopa como un caballo salvaje y los rayos del sol entran oblicuos en la profundidad de mi alma  donde una mano blanca, muerta, tira sal en la herida y desliza su dedo dejando un surco en la llaga. Detrás de mis oídos, el susurro del día negro que viene para quedarse. 

Mi conexión con lo divino aparece con el acecho de algo que interfiere en el camino. La lucha es tratar de espantar esa sensación con la respiración para poder acceder a un estado de conciencia más amplio donde el cuerpo se relaja y accedo a la divinidad de los cielos, a la herencia familiar -sangre caliente- donde habitan las cosas que no se dicen en voz alta, las cosas que no tienen nombre: el silencio que habla. 

En el silencio aparece el yo profundo y a través de esta melodía me conecto con el poder interior y accedo al ritual; a lo desconocido. Experimentar esta conexión me vuelve consciente de mi identidad. Estar en contacto con el sí-mismo no significa estar separado o desinteresado por el mundo, sino que reacciono emocionalmente a un nivel más profundo. La conciencia amplia ya no es un montón de deseos personales, de miedos, esperanzas o ambiciones que siempre tienden a compensar o corregir las tendencias que me dicta el inconsciente.

Durante el actual aislamiento social en el marco del brote mundial del Covid-19 me pregunto ¿qué lenguaje encuentro en el silencio? ¿ qué ideas aparecen en los intervalos de la respiración – en el espasmo, en el umbral de este yo, en la huella angosta que deja la víbora, en el corazón aturdido, en el surco de la llaga, en la pandemia, en el confinamiento- que me alejen de lo mezquino? 

Ante tanta incertidumbre le pido un mensaje a las cartas porque concibo al  tarot como un ritmo que acompaña el pulso de la vida. Setenta y ocho  cartas, veintidós  arcanos mayores y cincuenta y seis menores. Un viaje que inicia con el loco y finaliza en el mundo. El loco es el actor que junta experiencia en su recorrido para desplegar todo su potencial de realización y actuar en el mundo. Representa la pre-configuración del ego y deberá generar una gama de recursos y herramientas que permitan desarrollar su fuerza instintiva. Expandir su identidad, guiada por la pasión, recordando que el don es don siempre que no lo beneficie a él solo. De esta forma, cuando finalice su viaje, la figura que se encuentra dentro del huevo en la carta número veintiuno, el mundo, trascenderá, y el talento solo tendrá sentido si es compartido y puesto al servicio de los demás. 

“Toda ciencia tiene un objetivo que es elaborar una teoría sobre la naturaleza” dice Ralph Waldo Emerson. (Emerson, W Ralph. (2016) Naturalezas. (1ed).España: Cuadernos del horizonte). Tenemos una teoría para todo y apenas vislumbramos un enfoque sobre la cosas. Pero la verdad es que estamos muy lejos del camino de la certeza y en ese sentido el tarot inspira cierta reverencia por su misterio. No hay que quebrantar su secreto ni saciar nuestra curiosidad develando toda su perfección. Hay que mantener el corazón abierto a su influencia.

Los arcanos del tarot son una herramienta para desarticular las tendencias del inconsciente, ejercer la intuición y poder comunicarla. Un camino de unidad, empatía y fusión. No se trata de transmitir una fórmula, el futuro o una verdad sino fomentar la comunicación para garantizar la confianza y las propias respuestas. Nos ayuda a destrabar obstáculos a través de la experimentación y el desarrollo de nuestro potencial. Es un trabajo y entrenamiento personal que se hace presente y se manifiesta en la interacción y vinculación con lxs demás; en el encuentro con lxs otrxs. Dice Diana Aisenberg: «El accionar del artista es potencial formador en sí mismo. Su entrenamiento para lidiar con la página en blanco, la tela en blanco o el borde del acantilado le confiere un saber necesario que se aplica a todos los niveles de la supervivencia. La labor educativa se cumple cuando la persona se sabe habilitada para previsualizar su figura como artista y su idea del arte, cualquiera sea”. (Aisenberg ,Diana. (2017) MDA. Apuntes para un aprendizaje del arte. (1ed). Buenos Aires, Argentina: Adriana Hidalgo). 

Creo firmemente que el tarot y el arte son espacios en donde estas cosas se  enuncian y transforman en la creación, el vínculo, la comunicación y la empatía de la misma forma que lo hace la política inclusiva nacional actual.  

Recurro al tarot, las imágenes y las palabras para construir una ciencia basada en la fe  y la sensibilidad para que algo se manifieste.

Delfines en Venecia es una publicación editada por Andrea Franco y Valeria Bellusci. Ambas tienen un taller, Andrea de escritura y Valeria de fotografía, y este volumen de 24 escritorxs y 36 fotógrafxs proporciona una perspectiva distinta, personal e íntima sobre atravesar esta experiencia de aislamiento social y propone una reflexión posible sobre el arte como un lugar de encuentro. Lo mismo sucede con Hipersensible, un espacio en internet editado por Sofia Calvano, Julieta Blanco, Juan Manuel Cafferata y Violeta Gonzalez Santos en donde trabajos de diferentes artistas se unen con hilos invisibles. 

Hipersensible y Delfines en Venecia son dos oasis que nacen en cuarentena y nos permiten conocer los aspectos íntimos de diferentes artistas para hablar de algo que es común a todxs, la sensibilidad, permitiéndonos iniciar un viaje   a través de las imágenes y las palabras para adentrarnos en la intimidad y trascender  de lo personal a lo universal, como lo hace el tarot. 

De esta forma el baile en silencio, despacio, de los pensamientos que fluyen rodeados de la oscuridad y el cuerpo desparramado de Patricia Contreras se unen con la hipnosis del movimiento que produce la línea de la marea sobre la arena que describe Pablo Mendez; o la mirada desenfocada del retrato de un gato de Diana Drake se funde con las imágenes de Maria Laura Rodriguez en donde algo se modifica en la mirada y el cuerpo cede la resistencia para entregarse al flujo fantasmal. Voces que ofrendan quietud y nos introducen  en una atmósfera densa haciendo foco con el ojo adentro.

Los textos y las imágenes se cruzan, se responden y se preguntan unos a otros. La pandemia y la sensibilidad  surgen como un aspecto identificador de esta generación y el arte aparece como un canal de reflexión, pensamiento y estímulo que ayuda a desarrollar la comprensión y romper el huevo del encierro para abrir, compartir mundos y sobre todo alejarnos de la autoreferencia que inmoviliza y abruma. 

Lxs invito a sumergirse en estas dos publicaciones – Hiper-sensiblehttp://hiper-sensible.com/#  / Delfines en Venecia http://laksitaeditora.com.ar

Valentina Kalinger. kalingerv@gmail.com. https://www.instagram.com/kalingerv/. https://www.facebook.com/vale.kalinger. https://tallerdetarot.tumblr.com.                 

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