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Poesía y pampa, un viejo mar de fantasías

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“todo siempre es igual.Aquí están tus dominios, pálido adolescente:la húmeda llanura para tus pies furtivos,la aspereza del cardo, la recordada […]

“todo siempre es igual.
Aquí están tus dominios, pálido adolescente:
la húmeda llanura para tus pies furtivos,
la aspereza del cardo, la recordada escarcha del amanecer,
las antiguas leyendas,
la tierra en que nacimos con idéntica niebla sobre el llanto”
{fragmento de Aquí están tus recuerdos-Olga Orozco}

Si me preguntaran dónde están las estrellas, dónde desfilan, se guardan y descansan, les diría que en nuestro cielo pampeano. Ahí donde no llega tanto alarde del hombre, es donde brillan todas las estrellas, estoy segura. La inmensidad y la oscuridad suficiente como para que aparezcan. Un vacío que despliega la noche y también las fantasías. Porque no creo que sea casualidad que donde un cielo tan hermoso nos cubre, florezcan mil artistas y aventuras.

Suspiros húmedos
Frágiles fragmentos
Indestructibles secretos
Sonrisas que brillan
En la noche fría
En la noche calidad
La bruma
No oculta las estrellas
{Fragmento de “Encuentro” en Pal’ Abrazo – María Florencia Viglianco}

Por un largo rato, al momento de escribir mi hoja estuvo en blanco (como suele pasar). Aparece un vacío y me encontré divagando entre poemas de escritoras pampeanas. Mujeres que le hablan al amor, a la soledad, a las raíces, a la incertidumbre, a los vaivenes. Escritoras que con sus versos nos regalan un apasionante mundo de fantasías.

La fantasía nos ofrece un escenario posible para el deseo, le da forma. Para que la fantasía aparezca es necesario que algo falte, aburrirnos, embolarnos, cansarnos. Un bache, un agujero, que nos obliga a construirnos un escenario para imaginar las mil y una noches que podrán desvelarnos.

Me es inevitable pensar que de algún modo nuestras tierras están tan abiertas que es difícil no perderse en el silencio o el horizonte haciéndonos la película de aquello que nos gustaría, que es disfrute pero que también puede ser de temores y angustias. Un cielo imponente y una tierra que así como ofrece maravillas y atardeceres, también azota y te da vuelta la casa.

Ya Freud decía que lxs poetas juegan como lo hace un niño. Tanto unos como los otros crean mundos de fantasía con la seriedad que la labor demanda al cargarlo de importantes montos de afecto y diferenciándose de la realidad efectiva. Qué mejor que la poesía (podríamos también incluir las canciones) para darle forma a lo más bello y lo más crudo.

Insistía la mirada perdida
pero no era ahí no,
otro lugar vacío.
{“Desencuentro” en La Magia en el Derrumbe – Victoria Alcala}

Quizás necesité llanura y poesía para desvelar un poco las ideas. Frente a las trampas del lenguaje, la poesía le hace una jugarreta al malentendido y lo busca, sin vueltas. Baila con el equívoco y lo empuja a la explosión para que no quepa duda que en el intento de entendernos (y por qué no, de leernos) cada uno lee lo que quiere y puede.

Quizás hay lugares donde el cuerpo, cerca de la naturaleza, es más permeable a la fantasía, a tomar otras formas. A embarrarse, inundarse, enterrarse, llenarse de polvo o de pasto.

Mirarte es
Estar en el medio del campo

Viendo como bailan
Los girasoles
Al compás del atardecer
{En instagram @deinseguridades – Magdalena}

¿Será el silencio árido lo que hace hueco para poder perdernos en nuestros pensamientos? ¿Será el silbido casi constante de los vientos la rítmica que marca nuestros desvelos? ¿O será la llanura, que se abre tanto como la posibilidad de tocar el horizonte sin tener que levantar la cabeza?

Desde acá, calles donde hay que mirar para arriba para no olvidarnos que en la gran ciudad también hay cielo, la fantasía se viste de luces espamentosas y de murmullos.

A veces puede que me sea más fácil encontrar la fantasía, los mundos posibles, por los pagos pero también la inmensidad del silencio puede ser abrumadora. Será que siempre extraño tanto la sensación de aire desbordado y las calles abiertas de La Pampa (les escribo desde lejos pero no tanto) que a veces intento encontrar esa bocanada en otros modos y lugares un poco torbellinos y un poco “ensiestados”. ¡Qué dicha tener poesía a mano que nos pueda envolver en los paisajes de los más íntimos y los más revoltosos!

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