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Una militancia digital para dar la batalla en el lugar preferido de Milei

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Sin masas que lo defiendan en la calle, el gobierno de Javier Milei moviliza a sus seguidores en la virtualidad. Una […]

Sin masas que lo defiendan en la calle, el gobierno de Javier Milei moviliza a sus seguidores en la virtualidad. Una de las características de Twitter desde la asunción del primer gobierno de extrema derecha de la historia democrática argentina es que cuenta con trolls que hacen de las suyas, hostigando a los críticos. La resistencia tomó forma de bloqueo masivo.

A fines de marzo, el tuitero Polci preparó una lista de 5 mil cuentas y un sistema para, en pocos segundos, poder bloquearlas. De esa manera, se pudo acotar la interacción de y con los trolls, al bajar su visibilidad y, por ende, darles menos posibilidades de instalar un Trending Topic.

De por sí, circuló en estos días la recomendación de no interactuar con trolls, nos responder a sus provocaciones, mucho menos darles RT y, por supuesto, proceder a bloquear a personajes como Osvaldo «Beto» Mendeleiev o Gordo Dan, parte de la fueza de choque digital de La Libertad Avanza. 

Buena parte de esas cuentas opera desde la Casa de Gobierno. Según se denunció, el troll center se instaló en un salón al que le tapiaron las puertas

Los trolls aumentaron su visibilidad desde diciembre al tener los RTs de la máxima autoridad de la Argentina: el presidente Javier Milei. Ahora, se busca acotar su poder de daño y frenar la ola de hostigamiento.

Borges y los trolls

La palabra troll es inglesa y alude a una forma de pescar en base al uso de señuelos o anzuelos, tratando de provocar a los peces. Justamente, el trolleo virtual se basa en la provocación.

Sin embargo, el verbo inglés es igual a un sustantivo con el que se relaciona más a los acosadores virtuales. Troll refiere a un monstruo de la mitología nórdica, y un ser similar lleva ese nombre en El señor de los anillos de J. R. R. Tolkien.

En El libro de los seres imaginarios, Jorge Luis Borges indaga sobre estas figuras y señala que «en las naciones escandinavas los gigantes de la antigua mitología, que habitaban en Jotunheim y guerreaban con el dios Thor, han decaído en rústicos trolls». Añade que  «los trolls de la superstición popular son elfos malignos y estúpidos, que moran en las cuevas de las montañas o en deleznables chozas. Los más distinguidos están dotados de dos o tres cabezas». 

A renglón seguido, recuerda que, en su obra teatral Peer Gynt, Henryk Ibsen «imagina que son, ante todo, nacionalistas; piensan, o tratan de pensar que el brebaje atroz que fabrican es delicioso y que sus cuevas son alcázares».

Borges los define como «rústicos», «malignos» y «estúpidos» y el «brebaje atroz», equiparable a los mensajes de odiosos, es considerado «delicioso» por ellos. Y actúan desde «cuevas». Toda una premonición, siendo que, para muchos «El Aleph» anticipó Internet. 

Fuente: Página 12.

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